Si
has visto esta tarta y reconoces estos símbolos, perteneces a una generación
musicalmente privilegiada.
¿Quién
no ha querido encender un mechero en un concierto de U2 o cantar a grito pelao
en uno de Queen?
A
pesar de que el pop-rock inglés usualmente no está en mi playlits, reconozco que es imposible no reconocer los acordes o
saberse algún que otro estribillo de muchas de las canciones de Queen, U2,
The Rolling Stone, The Cure….
Y es que,
muchas de las canciones de estos artistas ya son parte de nuestra historia y, milagrosamente,
con tanta intoxicación de reguetón, hay algún que otro adolescente
que llega a apreciar esta música de “carcas”.
El
que un adolescente o niño sea capaz de tararear algo de esto, influye mucho el
hecho de que sus padres suelan poner en viajes de coche los grandes éxitos
ochenteros recopilados en un mp3 interminable.
Y es que cruzar España todos los
verano es lo que tiene, mucho, mucho tiempo
musical.
Y
conste que este hábito de tragarse la música de nuestros padres se hereda,
porque a ver, ¿cómo es posible que se me
sepa canciones de Roberto Carlos, Demis Roussos o Richard Cleyderman (bueno, de este ultiro al estilo "tiroriro"?, ¿eh?, mis padres seguro sabrán responder a esto.
Así
que, padre, madre, poneros firmes y tratad de que vuestros hijos no se pongan
los auriculares con su música, si no os perderéis los “¡¡no!!!, otra vez, no”, el “si no
me dejas poner mi música me quedo en la próxima gasolinera” …..con el
consiguiente, “a ver si eres tan chulo,
porque a mí ni plín”…..y todo un repertorio de reproches, súplicas y
amenazas adolescentes que no “tienen precio”.
Bueno,
a lo iba, la tarta es un regalo para sorprender a su pareja que cumplía 50 añitos, con
recuerdos de juventud. Y por ello me preció ideal este fragmento de unas de las
canciones de U2.
“One
love, one
blood, one
live”
Comentarios
Publicar un comentario
Comentarios